miércoles, 14 de enero de 2009

Comunidad Vino Nuevo - J. Álvaro Olvera Ibarra

"...Provengo de un hogar católico tradicional – de esos donde se va a misa cuando “nace” y nace muy pocas veces al año – desde pequeño recibí algo de instrucción religiosa de manos de mi abuela materna, ya sabes, cosas sanas como si no te portas bien va a venir el diablo a llevarte..."
"...
Crecí lleno de miedo al diablo y a sus demonios – mi conducta no era el modelo de niño tranquilo – Para mí el diablo era una figura presente en todos lados y a todas horas. Dios era un viejo malhumorado, al que nunca se le tenía contento con nada y el que se podía enojar por todas las cosas buenas y divertidas de la vida de un niño: no comer la sopa, robar dinero a la abuela, hacer travesuras, jugar con lodo..."
"...Más tarde, descubrí la sexualidad o más bien, ella irrumpió en mi vida con toda su fuerza. La masturbación se hizo una práctica común, lo mismo que el sentimiento de culpa, la gran vergüenza de hacer algo sucio y el sentimiento de ser observado por Dios cuando estaba a solas en el baño. Más o menos por esa época descubrí mi propia atracción por otros chavos. Entonces sí que fue el acabose, no sólo me masturbaba, sino que lo hacía pensando el mis compañeros de salón..."
"...En medio de todo esto, yo sentía un gusto tremendo por ciertas cuestiones religiosas, me gustaba rezar y muy en el fondo de mi corazón sabía que Dios existía y que no podía ser como me decía mi abuela. Imagínate que a los 5 años me salí a predicar la Palabra de Dios en las casas de los vecino. No recuerdo qué decía, pero todo mundo quedaba fascinado por el niño que segurito iba a ser sacerdote cuando llegara a mayor..."
"...Cuando iba a la playa, me sentaba en las rocas para escuchar el sonido de las olas romper. Entonces pensaba que ese ruido era la voz de Dios que cantaba cosas solo para mí. De verdad que fui un niño con mucha sensibilidad espiritual.
Podrás imaginar mi drama interior cuando mi gusto por la espiritualidad se vio envuelto en mi orientación sexual recién descubierta. Yo sentía cosas padres en mi corazón y en mi cuerpo, pero todos me decían que mis sentimientos eran malos, sucios, pecaminosos..."
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